viernes, 2 de julio de 2010

Ansío intensidad

Hoy no tengo nada que escribir, no tengo nada que contar.
Ultimamente tengo muchos días así, que pasan sin más, sin tener nada especial, sin aportarme nada.
No sé si esto tendrá que ver con ausencias o habituaciones. Me gustaría pensar que no. Pero desde dentro no dejo de oir gritos, gritos que me dicen lo contrario, gritos que yo misma enmudezco porque no quiero oirlos.
Es difícil aceptar los finales de las cosas, es difícil ver cómo algo desaparece, verlo caer poco a poco resbalando entre tus dedos, y no poder cogerlo, no poder retenerlo, es como intentar coger agua con las manos y los dedos separados.
Algo muy grande, enorme, se reduce a la mínima expresión. De pronto llega el frio.
Con suerte, mientras aún estás escuchando el portazo, ves como a lo lejos se está abriendo una ventana, pequeña, pero ahí está...
Yo estoy viendo la ventana, pero la puerta todavía no está cerrada.
En este lado de la puerta está todo, lo más importante, haciendose cada día más y más pequeño.
Al cruzar el umbral, llega el frio, la soledad, la tristeza, el miedo, la indecisión...
Si miras más allá, a través de la ventana ves como espera impaciente la intensidad.